Cuando hablamos de derecho, seguramente os imaginaréis un montón de libros de cientos de páginas y repletos de un gran articulado. Seguro que, al intentar introduciros en la mente de un estudiante de derecho, os veis a vosotros mismos sentados frente a un escritorio leyendo y subrayando un número indefinido de folios y rellenando cada hora una buena taza de café.
Y sí, es cierto que el estudio de esta materia requiere un enorme esfuerzo, una gran dedicación, y, sobre todo, una gran pasión. Pues, si se carece de esta última, difícilmente pueden llegar a abarcarse todos los conocimientos que requiere el derecho.
Sin embargo, el derecho no es sólo estudiar. No es solo leer una y otra vez hasta profundizar y entender todos y cada uno de los preceptos que conforman una ley.
El derecho también puede vivirse y disfrutarse. Puedes estudiarlo, y además, puede atraparte. Y esto es posible, en gran parte, gracias a los libros. No me refiero a los manuales que cada año debemos estudiarnos para aprobar asignaturas, sino a los libros de entretenimiento. Y sí, entretenimiento.
¿En serio pensáis que el derecho no puede ir acompañado de esa palabra? Son muchos los escritores que han conseguido, gracias a sus líneas, lograr que muchos juristas, estudiantes, o incluso aquellos que no se dediquen o interesen por esta materia, queden atrapados por el derecho.
Con estas entradas, expondré aquellos libros que me han parecido más interesantes y que he ido leyendo a lo largo de estas últimas semanas. Seguro que, si comenzáis a leerlos, os haréis adictos al derecho tal y como me ha ocurrido a mí, si es que aún no lo sois.