La inmunidad soberana es un principio del derecho internacional que establece que los Estados y sus órganos no pueden ser sometidos a procesos judiciales en tribunales de otros Estados.
Esta doctrina se basa en la igualdad soberana y la independencia de los Estados, y tiene como objetivo principal prevenir que las disputas políticas y diplomáticas sean resueltas por sistemas judiciales extranjeros.
La inmunidad soberana no es absoluta y presenta excepciones, como en casos de actividades comerciales realizadas por un Estado fuera de sus fronteras o en situaciones donde el Estado ha renunciado explícitamente a su inmunidad.
Este concepto es fundamental para comprender las relaciones internacionales y los límites de la jurisdicción judicial en el escenario global.