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Atormentados: la comunicación no violenta

16/12/2020
Índice

«Hable con ira y pronunciará el mejor de los discursos que siempre lamentará

(Ambrose Bierce)

Se acerca tormentx

El grupo The Corrs ya lo tenía claro en 1997, y así lo transmitió en su canción Dreams: “solamente truena cuando llueve”.

Podría usted recordarme que a veces truena sin llover, a lo cual yo le respondería que, ciertamente, en muchas ocasiones los truenos anuncian la llegada de la lluvia; y, en cuyo caso, sería una apreciación metafórica aún más detallada y acertada para explicar lo que subrayó el abogado y psicoterapeuta belga, Thomas d’Ansembourg, en un artículo publicado en el cultura|s de La Vanguardia -y titulado La mediación es una ética-, en 2019:

El odio es una reacción al sufrimiento

Con lo cual, cuánto más profundo e intenso el tormento, más hostil y bárbara la tormenta.

Ahora, nos toca al resto de los mortales comprenderlo: la ira, la rabia, los gritos, los discursos contundentes y las quejas enfadadas -entre miradas oscuras y ceños fruncidos- son una mera manifestación del dolor.

Bien que salimos a la calle a gritar para manifestarnos ante lo que creemos que son injusticias que derivan en sufrimiento para algunos; ¿cómo no vamos a hacerlo a nivel individual?, ¿o no tienen ganas de gritar cuando se dan con el dedo pequeño del pie contra la esquina de la pata de la mesa?

Nuestro cuerpo se encarga de extraer aquello que nos hace daño, ya sea a través de la rabia o la tristeza; los gritos o los llantos; publicaciones enfurecidas en twitter o escuchando música triste, entre lágrimas, en la intimidad; bucles de quejas junto a nuestras amistades entre cervezas o apoyándonos en su hombro en desconsuelo -a veces, una de cal y otra de arena- pero solamente hemos aprendido a reconocer el sufrimiento en los sollozos.

(este también es el rostro del dolor)

Aprender a enfadarse

Ya sea mediante la fuerza física como la psíquica, el ataque es un recurso que bien nos han enseñado a usar para canalizar el dolor. Hay quien pega a un saco de boxeo o chilla con una almohada en la cara; otros, en vez de con objetos, lo hacen con personas u otros seres vivos. Hay quien usa su propio cuerpo y hay quien manda a otros en su nombre; hay quien recurre a los insultos básicos y quien suelta discursos potencialmente esquematizados para denigrar; la falta de respeto -utilizada de forma directa o indirecta- parece tener gran éxito entre la población, como herramienta de desahogo.

Claro que, buscar el respeto mediante la vulneración del de los demás, se parece más un inicio de escalada del conflicto que a una apaciguación y solución del mismo; es decir, es una muy probable consecuencia causadora de más sufrimiento que no una herramienta pacificadora.

Es importante reconocer el por qué de nuestro enfado, según sigue contando Thomas d’Ansembourg, ya que la violencia suele aparecer cuando no encontramos palabras para expresarnos; para hacernos entender; para que nuestro sufrimiento sea concebido por los demás; y ¿cómo va a poder serlo si no somos capaces nosotros mismos, siquiera, de entendernos?

Creo que queda claro, entonces, que el primer paso es alcanzar este punto de autocomprensión y, después, lograr externalizar todo ese dolor sin provocárselo a los demás. Bueno, nuestro magnífico conferenciante belga también resalta que la comunicación es un aprendizaje, que no una virtud innata, así que siempre estamos a tiempo de cambiar de rumbo; y yo le propongo hacerlo a través de este nuevo reto:

Comuniquémonos des del YO

Después de mis dos últimos artículos publicados (¿Cuál es el problema? y El gran error del capitán del Titanic) entenderá lo que le voy a contar a continuación: en este artículo le ofrezco un regalo para poder bajar hasta las necesidades sin señalar a ningún ser vivo como el problema. Bienvenido sea a la presentación de una de las técnicas más famosas de la mediación: la Comunicación Noviolenta (de ahora en adelante, CNV).

Este modelo fue desarrollado por Marshall Rosenberg y su intención es la búsqueda de la comunicación entre personas (incluso con una misma) a través de la empatía; evitando el lenguaje evaluativo -o juicioso-, ya que este etiqueta o define a los interlocutores -e incluso a terceros no implicados- y ello nos aparta de nuestro objetivo, que reside en evitar los ataques personales.

Bien; estos son los cinco pasos a seguir para expresarnos de forma noviolenta y, por lo tanto, des del respeto y, sobre todo, la autocomprensión.

1 VEO/ESCUCHO

En primer lugar, e importante, nunca vemos que alguien está pasando de nosotros; como tampoco escuchamos como se ríen de nosotros. Esto, en todo caso, es lo que pensamos al ver que alguien no nos contesta un mensaje; o lo que pensamos al escuchar a alguien decir «eres muy torpe» mientras se ríe. Así pues, el primer paso consiste en la descripción literal de lo que hemos visto o escuchado y que nos ha generado una emoción dolorosa.

2 PIENSO

El segundo paso versa en expresar lo que nos ha llevado a pensar aquello que hemos visto o escuchado; en este caso, sí que cabe decir «he pensado que estabas pasando de mí» o «he pensado que te estabas riendo de mí».

3 SIENTO

¿Qué sentimiento doloroso nos ha traído ese pensamiento?, ¿ha sido abandono?, ¿ha sido decepción?, ¿menosprecio?, ¿intranquilidad? El tercer paso, claro está, consiste en la expresión de nuestras emociones.

4 NECESITO

Ya hemos hablado sobre las necesidades, en mi publicación anterior; aquellas que son vitales e inevitables y que deben ser cubiertas sí o sí.

¿Qué necesidad, pues, no ha sido cubierta para llegar a sentirnos así? Quizá, el abandono ha surgido a raíz de la necesidad de obtener la atención de esa persona que creemos que ha pasado de nosotros, al no contestarnos a ese mensaje; o, el menosprecio que nos ha generado pensar que esa persona se estaba riendo de nosotros -al llamarnos «torpe» mientras se reía- proviene de la necesidad de sentirnos valorados o respetados.

5 PETICIÓN

Como puede ver, y a diferencia de la bajada de posiciones a necesidades -de la pirámide PIN-, la CNV se basa en la toma de consciencia de la necesidad que debe ser cubierta para, posteriormente, realizar la petición; es decir, de esta forma, nos aseguramos que la posición que adquirimos esté acorde con la necesidad que debemos cubrir.

Ejemplo: veo que no me contestas el mensaje de whatsapp y eso me lleva a pensar que te ha pasado algo malo -como un accidente- o que estás pasando de mí; lo cual me hace sentir preocupado e inquieto e, incluso, abandonado. Así pues, lo que necesito es atención, calma y tranquilidad; y por ello, cuando puedas, te agradecería que me contestaras y me explicaras qué ha pasado para poder entender; y, así, podré dejar de sentirme abandonado, preocupado e inquieto y volver a estar calmado y tranquilo.

Dígalo enfadado, en voz alta y con el ceño fruncido; o triste, entre sollozos y en tono de queja; da igual, pero dígalo. Dígalo asertivamente y sin faltas de respeto; sin ataques personales ni culpabilizaciones. Dígalo siendo consciente de sus emociones y necesidades para que los demás puedan serlo, también.

PD: con el fin de tener la sensación de avanzar, si quiere, puede escribir cada paso en una hoja de papel y colocar las mismas en el suelo, de forma ordenada, para dar un paso adelante cada vez que se exprese uno de ellos; o hacerse tarjetas, como guía (estos métodos pueden funcionar magníficamente, además, con sus clientes).

Un apunte final

Le invito a usar esta técnica más allá de las posibles sesiones de mediación; siempre teniendo en cuenta el sufrimiento por el que está pasando quien proyecte ira, odio u otra version del enfado; pues quizá ello no justifique los métodos que esté usando pero sí, desde luego, le concede el derecho a ser comprendido.

Permítame, después de todo y para finalizar, reformular la frase del señor Bierce: «hable desde la ira, sin respeto, y pronunciará el mejor de los discursos que siempre lamentará«.

En esta ocasión, y con respecto a mi próxima entrada, voy a acogerme al maravilloso factor sorpresa.

Mar Novellas
Mar Novellas

Mediadora y jurista.

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